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+10 Poemas de Fernando Pessoa ¡Románticos y únicos!

Poemas de Fernando Pessoa
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Nacido en Lisboa, Postugal, el poeta Fernando Pessoa (1888-1935), pasó su infancia y juventud en la República de Sudáfrica; regresó en 1905, a la edad de 17 años.

Inició su obra literaria en inglés, aunque a partir de 1908 no descartó su interés por la lengua portuguesa, «Mensaje» fue su primera obra en portugués y única publicada en vida del poeta.

Desde muy joven nos deleitó con la creación de heterónimo, que es el nombre falso adoptado por un autor para atribuirle parte de su producción.

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Los tres heterónimos más conocidos (y también aquellos con mayor obra poética) fueron Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Creó aproximadamente 100 heterónimos.

 

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El poeta Fernando Pessoa es una de las figuras clave del modernismo.

¿Quien es Fernando Pessoa?

Es el poeta portugués más importante del siglo XX, los grandes autores de la literatura, lo consideran como uno de los más originales, de la literatura portuguesa.

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Junto a Mário de Sá Carneiro, José Almada Negreiros, António Ferro, como uno de los introductores de los movimientos de vanguardia, que son una corriente de cambios realizados en la literatura, arte y política.

Fueron llevados a cabo luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Se convierte a través de su obra en un hombre enigmático, incluso textos señalan que estuvo vinculado a la masonería y con los temas del ocultismo.

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Su obra la elaboraba en paralelo mientras trabajaba, dos días a la semana, es extensa. ensayística ha sido recogida en Páginas íntimas de autointerpretación (1966), Páginas de estética y de teoría y crítica literarias (1967) y Textos filosóficos (1968).

En 1982 apareció el Libro del desasosiego, compendio de apuntes, aforismos, divagaciones y fragmentos del diario que Fernando Pessoa dejó al morir. Fallece a la temprana edad de 47 años.

Listado de los mejores poemas de Fernando Pessoa

Los poemas de Fernando Pessoa en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte. En ella reflejó sus distintos conflictos, que supone un intento por superar la dualidad entre la razón y la vida.

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Ha resultado ser un destacado entre las figuras más esenciales de la escritura inclusiva. Fue autor de libretos de teatro. Llegó a afirmar que en Portugal solo había dos cosas interesantes “el paisaje y Orpheu”.

Los poemas de Fernando Pessoa y sus versos prolíficos nunca pierden validez

Su verso está rodeado dentro del sistema general de innovación. La identidad impredecible de Pessoa se comunica a través de la creación de varios heterónimos.

Gracias sus obras, que todavía se examinan y se descomponen hoy en día, Fernando Pessoa se consideraba a sí mismo como un escritor al llamar por abstracta a la ocupación.

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Autopsicografía

Escrito en 1931, en apenas doce versos, el poeta Fernando Pessoa, divaga sobre la relación consigo mismo y la escritura.

En realidad, escribir aparece como una actitud que dirige al sujeto, como una parte esencial de la constitución de su identidad.

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.

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Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive
sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.

Esto

Firmado por el propio Fernando Pessoa, y no por sus heterónimos, “Esto”, publicado en la revista Presença en 1933, es un poema metaliterario, es decir, un poema que trata sobre su propio proceso de creación.

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Dicen que finjo o miento
en todo cuanto escribo. No.
Yo simplemente siento
con la imaginación.
No uso el corazón.

Lo que sueño y lo que me pasa,
lo que me falta o finaliza
es como una terraza
que da a otra cosa todavía.
Esa cosa sí que es linda.

Por eso escribo en medio
de lo que no está en pie,
libre ya desde mi atadura,
serio de lo que no lo es.
¿Sentir? ¡Sienta quien lee!

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Presagio

En este poema encontramos un sujeto que desea vivir el amor en su plenitud, pero no sabe cómo manejar el sentimiento.

El amor no correspondido que, de hecho, tampoco es comunicado adecuadamente, es una fuente inmensa de angustia para quienes aman en silencio.

El amor, cuando se revela,
no se sabe revelar.
Sabe bien mirarla a ella,
pero no le sabe hablar.

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Quien quiere decir lo que siente,
no sabe qué va a declarar.
Habla: parece que miente.
Calla: parece olvidar.

¡Ah, mas si ella adivinase,
si pudiese oír o mirar,
y si un mirar le bastase
para saber que amándola están!

¡Mas quien siente mucho, calla;
quien quiere decir cuanto siente
queda sin alma ni habla,
queda sólo enteramente!

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Mas si esto contarle pudiere,
lo que no me atrevo a contarle,
ya no tuviere que hablarle
porque hablándole estuviere…

No sé cuántas almas tengo

El poema surge para el poeta Fernendo Pessoa, a partir del tema de la identidad, esa identidad enmascarada o la identidad que se construye con los giros de las personalidades del sujeto.

No sé cuántas almas tengo.
A cada instante cambié.
Continuamente me extraño.
Nunca me vi ni me hallé.

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De tanto ser solo tengo el alma.
Quien tiene alma no tiene calma.
El que ve es solo es lo que ve,
quien siente ya no es quien es.

Atento a lo que soy y veo,
ellos me vuelvo, no yo.
Cada sueño o el deseo
no es mío si allí nació.

Yo soy mi propio paisaje,
el que presencia su paisaje,
diverso, móvil y solo,
no sé sentirme yo donde estoy.

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Así, ajeno, voy leyendo,
como páginas, mi ser,
sin prever eso que sigue
ni recordar el ayer.

Anoto en lo que leí
lo que creí que sentí.
Releo y digo: «¿Fui yo?»
Dios lo sabe, porque lo escribió.

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Poema en línea recta

Quizás los versos más consagrados y reconocidos internacional mente de Pessoa son los del “Poema en línea recta”, una extensa creación con la cual hasta el día de hoy nos identificamos profundamente.

Nunca he conocido a nadie a quien le hubiesen molido a palos.
Todos mis conocidos han sido campeones en todo.

Y yo, tantas veces despreciable, tantas veces inmundo,
tantas veces vil,
yo, tantas veces irrefutablemente parásito,
imperdonablemente sucio,

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yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme,
yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
que he tropezado públicamente en las alfombras de las
ceremonias,

que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que he sufrido ofensas y me he callado,
que cuando no me he callado, he sido más ridículo todavía;
yo, que les he parecido cómico a las camareras de hotel,

yo, que he advertido guiños entre los mozos de carga,
yo, que he hecho canalladas financieras y he pedido prestado
sin pagar,

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yo, que, a la hora de las bofetadas, me agaché
fuera del alcance las bofetadas;
yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas
ridículas,
me doy cuenta de que no tengo par en esto en todo el
mundo.

Toda la gente que conozco y que habla conmigo
nunca hizo nada ridículo, nunca sufrió una afrenta,
nunca fue sino príncipe – todos ellos príncipes – en la vida…

¡Ojalá pudiese oír la voz humana de alguien
que confesara no un pecado, sino una infamia;
que contara, no una violencia, sino una cobardía!
No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan.

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¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese que ha
sido vil alguna vez?
¡Oh príncipes, hermanos míos,
¡Leches, estoy harto de semidioses!
¿Dónde hay gente en el mundo?

¿Seré yo el único ser vil y equivocado de la tierra?

Podrán no haberles amado las mujeres,
pueden haber sido traicionados; pero ridículos, ¡nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin que me hayan traicionado,

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¿cómo voy a hablar con esos superiores míos sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.

Lisboa revisitada (1923), del heterónimo Álvaro de Campos

Con una voz poética extremadamente pesimista y desubicada respecto a la sociedad en que vive, el poema de Fernendo Pesooa, describe esa extensa situación en el siguiente poema.

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No: no quiero nada.
Ya dije que no quiero nada.
¡No me vengan con conclusiones!
La única conclusión es morir.

¡No me vengan con estéticas!
¡No me hablen de moral!
¡Aparten de aquí la metafísica!

No me pregonen sistemas completos, no me alineen conquistas
De las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)—
¡De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna!

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¿Qué mal hice a todos los dioses?
¡Si poseen la verdad, guárdensela!

Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro de la técnica.
Fuera de eso soy loco, con todo el derecho a serlo.
Con todo el derecho a serlo, ¿oyeron?

¡No me fastidien, por amor de Dios!

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¿Me querían casado, fútil, cotidiano y tributable?
¿Me querían lo contrario de esto, lo contrario de cualquier cosa?
Si yo fuese otra persona, les daría a todos gusto.

¡Así, como soy, tengan paciencia!
¡Váyanse al diablo sin mí,
O déjenme que me vaya al diablo solo!

¿Para qué hemos de ir juntos?
¡No me toquen en el brazo!
No me gusta que me toquen en el brazo. Quiero estar solo,
¡Ya dije que soy un solitario!
¡Ah, que fastidio querer que sea de la compañía!

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Oh cielo azul —el mismo de mi infancia—,
¡Eterna verdad vacía y perfecta!
¡Oh suave Tajo ancestral y mudo,

Pequeña verdad donde el cielo se refleja!
¡Oh amargura revisitada, Lisboa de antaño de hoy!
¡Nada me das, nada me quitas, nada eres que yo me sienta!

¡Déjenme en Paz! No tardo, yo nunca tardo…
¡Y mientras tarda el Abismo y el Silencio quiero estar solo!

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Aniversario, del heterónimo Álvaro de Campos

El cumpleaños del seudónimo es el motivo que provoca en el sujeto un viaje en el tiempo. Aniversario representa para el poeta Fernando Pessoa.

El pasado y muestra una especie de nostalgia, anhelando un tiempo que jamas volverá. Fue publicado en el año 1930.

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En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
yo era feliz y nadie había muerto.
En la casa antigua, incluso mi cumpleaños era una tradición de siglos,
y la alegría de todos, y la mía, estaba asegurada con una religión cualquiera.

En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
tenía yo la gran salud de no entender cosa alguna,
de ser inteligente en medio de la familia,
y de no tener las esperanzas que los demás tenían por mí.

Cuando llegué a tener esperanzas ya no supe tener esperanzas.
Cuando llegué a mirar la vida, perdí el sentido de la vida.
Sí, lo que supuse que fui para mí,
lo que fui de corazón y parentesco,

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lo que fui de atardeceres de media provincia,
lo que fui de que me amaran y ser yo el niño.
Lo que fui —¡Ay, Dios mío!—, lo que sólo hoy sé que fui…
¡Qué lejos!…
(Ni lo encuentro…)

¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
Lo que hoy soy es como la humedad en el corredor al final de la casa,
que mancha las paredes…
lo que hoy soy (y la casa de quienes me amaron tiembla a través de mis lágrimas),

lo que soy hoy es que hayan vendido la casa.
Es que hayan muerto todos,
es que haya sobrevivido yo a mí mismo como un fósforo frío…
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…

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¡Qué amor mío, como una persona, ese tiempo!
Deseo físico del alma de encontrarse allí otra vez,
por un viaje metafísico y carnal,
con una dualidad de mí para mí…

¡Comer el pasado como a pan con hambre, sin tiempo para mantequilla en los dientes!
Veo todo de nuevo con una nitidez que me ciega para cuanto hay aquí…
La mesa dispuesta con más lugares, con mejores dibujos en la loza, con más copas,
el aparador con muchas cosas —dulces, frutas, el resto en la sombra bajo lo elevado—,

las tías viejas, los primos diferentes, y todo por causa mía,
en el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Detente, corazón mío!
¡No pienses! ¡Deja el pensar en la cabeza!
¡Oh Dios mío, mi Dios, Dios mío!

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Ya hoy no cumplo años.
Perduro.
Se me suman días.
Seré viejo cuando lo sea.

Y nada más.
¡Rabia de no haberme traído el pasado robado en la mochila!…
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!

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No sé cuántas almas tengo

Con una euforia constante, marcada por la ansiedad, el poeta trata de dar respuesta a las preguntas  ¿Quién soy yo? ¿Cómo me convertí en lo que soy?

El poema surge a partir del tema de la identidad, el cual se construye con los giros de las personalidades del sujeto.

No sé cuántas almas tengo.
A cada instante cambié.
Continuamente me extraño.
Nunca me vi ni me hallé.

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De tanto ser solo tengo el alma.
Quien tiene alma no tiene calma.
El que ve es solo es lo que ve,
quien siente ya no es quien es.

Atento a lo que soy y veo,
ellos me vuelvo, no yo.
Cada sueño o el deseo
no es mío si allí nació.

Yo soy mi propio paisaje,
el que presencia su paisaje,
diverso, móvil y solo,
no sé sentirme yo donde estoy.

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Así, ajeno, voy leyendo,
como páginas, mi ser,
sin prever eso que sigue
ni recordar el ayer.

Anoto en lo que leí
lo que creí que sentí.
Releo y digo: «¿Fui yo?»
Dios lo sabe, porque lo escribió.

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Abdicación

A través de la renuncia el poeta Fernando Pessoa nos demuestra cómo el ser humano alcanza la tranquilidad.

“Tómame, oh noche eterna,
en tus brazos y llámame hijo.

Yo soy un rey que voluntariamente
abandoné  mi trono de ensueños y cansancios”.

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“Mi espada, pesada en brazos flojos,
a manos viriles y calmas entregué;
y mi cetro y corona…
yo los dejé en la antecámara, hechos pedazos”.

“Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata”.

“Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua
y serena como el paisaje al morir el día”.

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Brazo sin cuerpo blandiendo un gladio

Con la esperanza, es la razón del poema Brazo sin cuerpo blandiendo un gladio del poeta Fernando Pessoa, usa la metáfora claramente,con el palomar.

Entre el árbol y el verlo,
¿Dónde está el sueño?
¿Qué arco del puente más vela
Dios?…Me entristece
No saber si esa curva del puente
Es la curva del horizonte.

Entre el que vive y la vida,
¿Hacia qué lado va el río?
Árbol vestido por hojas,
Entre eso y Árbol ¿hay un hilo?

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Palomas volando, el palomar
¿Está siempre a su derecha, o es real?
Dios es un gran Intervalo,
pero, ¿entre qué y qué?…

Entre lo que digo y callo,
¿Existo? ¿Quién es el que me ve?
Errar de mí…Y el palomar alto,
¿Envuelve a la paloma, o está a un lado?

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