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+10 Poemas de Francisco Quevedo ¡Llenos de amor y satíricos!

poemas de francisco quevedo
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Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, conocido simplemente como Francisco Quevedo, fue un poeta español (1580) que se destacó por su gran cultura, ya que era conocedor lenguas hebrea, griega, latina y moderna.

Además era doctor en Teología. Éste madrileño de nacimiento es considerado como uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española.

El poeta Francisco Quevedo asocia la burla y la sátira en sus obras.

Concibió el conceptismo, que consiste en el uso de formas poéticas basadas en la asociación ingeniosa y rebuscada de conceptos concisos.

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Este estilo existió en el contraste severo al culteranismo de Góngora -señalan algunos textos y tal vez por su marcada rivalidad.

También, era amante de la retórica, por lo que creó muchos neologismos; mientras que en la sátira resalta el expresionismo. Destaca, igualmente, sus sonetos metafísicos y sus salmos, que convergen más hacia la filosofía.

Conoce los poemas de Francisco Quevedo

El poeta Francisco Quevedo, tuvo una vida tumultuosa, desde sus comienzos. Estuvo amparado por la monarquía, ya que sus padres trabajan para la los reyes. Ya en la edad adulta comienza a escribir sus grandes obras como Sueño del juicio final.

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Destacan la sátira y la burla como elemento de expresión, incluso de meterse con el aspecto, en calidad ofensiva, a pesar de que él mismo tuviese discapacidad (nació con los pies deformes).

El poeta Francisco Quevedo es considerado el gran cantor del amor y de la mujer

Los poetas de la época lo elogiaban como Miguel de Cervantes, Tomé de Burguillos, alias el Fénix. El poeta sufrió dos destierros.

En diciembre de 1639 sus libros fueron confiscados, siendo encerrado hasta 1643. Sale enfermo y comienza a realizar sus últimas publicaciones.

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Dos años más tarde, en 1645, fallece, tras haberse retirado de la corte, último cargo que ostentaba.

A un hombre de gran nariz

Siendo un hombre muy inteligente, el poema de Francisco Quevedo, es directo y conciso con el personaje a quien refiere la nariz.

Era Luis de Góngora, al que dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un sacerdote indigno, homosexual, escritor sucio y oscuro, entregado a la baraja e indecente.

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Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

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Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

A una dama bizca y hermosa

En la poesía amorosa de Francisco Quevedo encontramos este corto poema que con su habitual sátira, enaltece la justicia frente a la discapacidad.

Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.

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El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l’alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?

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Definición del amor

El siguiente poema se presenta como un reto, ya que así descripción trae muchas conjeturas. Tanto en la pasión como en el dolor, el amor quema. Es algo que pueda hacer daño. Despierta la fantasía.

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

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Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

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Romance satírico

Al ser la comicidad un producto en paralelo al de la sátira, en el amor, esa convergencia la establece el poeta Francisco Quevedo en el siguiente poema.

Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo
las grandezas y el valor.

Él es un Médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.

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Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.

En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
«Dios perdone al que murió».

Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos venïales,
comparados al Dotor.

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Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.

De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.

Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.

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Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó».

No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.

De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.

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Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.

No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.

Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciégalo vive
a la sombra de un rincón.

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Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.

Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.

No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.

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Casaos con él, y jamás
vïuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.

Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Dotor.

Poderoso caballero es Don Dinero

Declamando su amor al poder, en este caso, del dinero, el poeta Francisco Quevedo nos trae un poema de 5 estrofas que define desde el bien por el dinero, hasta de qué sirve por ejemplo, en la guerra.

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Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.

Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.

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Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.

Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

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¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?

Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.

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Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.

Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

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Grandiosos poemas cortos de Francisco Quevedo

Francisco Quevedo escribió numerosos poemas entre amorosos, satíricos, políticos, sobre la mujer. Entre los dedicados a mujeres sobresalen nombres como Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora.

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Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado.

 

En 1631 el propio Quevedo denuncia sus obras a la Inquisición.

Su obra está compuesta por más de 800 poemas. En su obra destaca su obsesión por defender la monarquía, e incluso, su incursión en hispanoamérica; a la par, era sin embargo antijudío, antisemita.

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Más de tres cuartos de todos sus poemas son de corte satírico – burlesca.

A Don Luis de Góngora

Declarado como uno de sus enemigos directos, el poeta Francisco Quevedo, no dudó en realizar escritos que fuesen dirigidos a él, con el tono satírico, burlesco que le caracterizaba.

Dice don Luis que me ha escrito
un soneto, y digo yo
que, si don Luis lo escribió,
será un soneto maldito.

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A las obras me remito:
Luego el poema se vea;
mas nadie que escriba crea,
mientras más no se cultive,
porque no escribe el que escribe
versos que no hay quien los lea.

Está el ave en el aire con sosiego

Con un símil, el poeta Francisco Quevedo nos vislumbra la fuerza del amor. Acá más bien alejado de lo burlesco que suelen ser sus poemas más largos.

Está el ave en el aire con sosiego,
en el agua el pez, la salamandra en fuego
y el hombre, en cuyo ser todo se encierra,
está en sombra en la tierra.

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Yo sólo, que nací para tormentos,
estoy en todos estos elementos:
la boca tengo en aire suspirando,

el cuerpo en tierra está peregrinando,
los ojos tengo en agua noche y día
y en fuego el corazón y el alma mía.


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Amor constante más allá de la muerte

El poeta Francisco Quevedo en el poema que se describe, nos enaltece con un sutil verso que más que dolor, brinda esperanza ante la inminente muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

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Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

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Compara el discurso de su amor con el de un arroyo

Como parte de su extensa gama de poemas, encontramos el siguiente poema, donde el poeta Francisco Quevedo describe el amor.

Torcido, desigual, blando y sonoro,
te resbalas secreto entre las flores,
hurtando la corriente a los calores,
cano en la espuma, y rubio como el oro.

En cristales dispensas tu tesoro,
Líquido plectro a rústicos amores,
y templando por cuerdas ruiseñores,
te ríes de crecer, con lo que lloro.

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De vidrio en las lisonjas divertido,
gozoso vas al monte, y despeñado
espumoso encaneces con gemido.

No de otro modo el corazón cuitado,
a la prisión, al llanto se ha venido,
alegre, inadvertido y confiado.


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Las gracias de la que adora…

Otro poema que nos acera hacia el lado amoroso del poeta Francisco Quevedo, nos relata el siguiente poema como ser agradecido, en especial, hacia la mujer.

Ese color de rosa y de azucena
y ese mirar sabroso, dulce, honesto,
y ese hermoso cuello, blanco, inhiesto,
y boca de rubíes y perlas llena;

la mano alabastrina que encadena
al que más contra Amor está dispuesto,
y el más libre y tirano presupuesto
destierra de las almas y enajena.

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Era rica y hermosa primavera,
cuyas flores de gracias y hermosura
ofendellas no puede el tiempo airado;

son ocasión que viva yo y que muera,
y son de mi descanso y mi ventura
principio y fin, y alivio del cuidado.


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10+ Frases de Francisco Quevedo

La inspiración que brinda el poeta Francisco Quevedo ha hecho que quede inmortalizado en piezas cinematográficas; así como en textos y libros a los largo de los últimos siglos.

Es conocido popularmente, como un personaje de chistes con frecuencia groseros, volviéndose personaje de leyendas urbanas.

De forma póstuma, la mayor parte de sus poemas aparecieron publicados en dos obras: El Parnaso español (1648) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670).

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Los poemas de Francisco Quevedo han servido como puestas en escena en obras teatrales.

Como parte de los métodos de reflexión, los poetas sucumben ante el tiempo, y el poeta Francisco Quevedo en la siguiente frase nos introduce en él.

El que pasa tiempo arrepintiéndose del pasado
pierde el presente y arriesga el futuro.

Así como sus poemas satíricos llegan incluso a ser crueles, en la siguiente frase, con un lenguaje directo, describe la forma de ser de los seres humanos en determinadas circunstancias.

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Todos los que parecen estúpidos, lo son
y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.

El poeta Francisco Quevedo nos incursiona en una frase profunda sobre el poder del amor y cómo trasciende sobre él, tanto las penurias como las alegrías.

No hay amor sin temor de ofender o perder lo que se ama, y este temor es enamorado y filial.

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Teniendo la calidez para el buen humor, la sátira y la burla, en esta frase del poeta Francisco Quevedo, realiza un símil donde compara a la mujer regañona con los libros malos.

Estimado lector, que Dios lo proteja de los libros malos, la policía y las mujeres regañonas, con la cara lívida y el cabello rubio.

La pasión por el amor y por la mujer, donde el respeto es lo que prevalece, el poeta Francisco Quevedo, enaltece a la mujer frente al hombre, quien debe quererla con sus cinco sentidos.

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Quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra.

La obediencia es la máxima expresión del poder, el poeta Francisco Quevedo, describe la acción del mandar, cuando este es pedido con delicadeza, obtiene mayores recompensas.

Sólo el que manda con amor es servido con fidelidad.

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Como parte de sus diferentes escritos y áreas de la sociedad abordadas, el poeta Francisco Quevedo, señala y describe como una de las mejores virtudes, la paciencia.

La paciencia es virtud vencedora, y hace a los reyes poderosos y justos. La impaciencia es vicio del demonio, seminario de los más horribles y artífice de los tiranos.

El poeta Francisco Quevedo, logra expresiones fuertes partiendo de la retórica.

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Creyendo lo peor, casi siempre se acierta.

Colocamos una frase contundente del poeta Francisco Quevedo, que busca controlar los instintos humanos ante el poder y la buenaventura.

La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.
 

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El poeta Francisco Quevedo, reflexiona sobre la salud, y que ésta no sirve de nada, si no se vive la vida al máximo.

La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola,
y si no se gasta, no se goza

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