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+16 Poemas de Jaime Sabines ¡Más famosos!

Poemas de Jaime Sabines
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¿Qué poemas escribio Jaime Sabines? Conocido como el francotirador de la literatura, Jaime Sabines construyó a lo largo se su vida un legado impecable que le dio la calificación como uno de los mejores poetas contemporáneos de nuestra lengua.

Sus obras fueron traducidas a varios idiomas y sus escritos se centran en su propia visión de lugares cotidianos.

Como hospitales, calles, restaurantes, patios entre otros escenarios reales que servían de inspiración para transformar la prosa en realidad.

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Jaime Sabines inició su carrera literaria desde temprana edad y edificó un legado productivo, pues a los 18 años de edad difundió sus primeros trabajos poéticos.

Asimismo continuó ejerciendo su profesión hasta el fin de sus días, y hoy es preciso recordar esos poemas famosos que le brindaron la popularidad a este escritor.

Conoce los 16 poemas más famosos de Jaime Sabines y descubre lo cautivador e interesante que puede resultar su poesía.

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Poemas de Jaime Sabines llenos de amor

A veces las palabras no son suficiente para reflejar los sentimientos más profundos, sinceros y la admiración que sentimos por esa persona especial.

Cuando todo esto sucede la poesía llega para servir de aliado en el momento perfecto y plasmar todo eso y mucho más.

Aquí podrás encontrar los poemas románticos y más apasionados escritos por Jaime Sabines que sin duda, te sacaran de apuros cuando las ideas para conquistar se terminen.

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Poemas de Jaime Sabines de amor

Vamos a guardar este día

El erotismos y el romance son las dos palabras que impregnan este poema de Jaime Sabines, en el se puede sentir emociones fuertes como el amor.

Pero si buscas un texto para dedicar te recomendamos tener en cuenta que este en particular rebela aspectos más íntimos y no es para todo tipo de mujeres.

Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,

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Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.

Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.

Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.

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La atmósfera pesada
de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote.
todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos.

Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad.

Los dos, nuevos en el alma, preguntado por qué.

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Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello.

Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.

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Me doy cuenta de que me faltas

Este poema de Jaime Sabines es ideal para dedicar y cautivar a esa persona especial con un detalle diferente y poco visto en la sociedad moderna.

Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.

Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.

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No hago sino esperar.

Esperar todo el día hasta que no llegas.

Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.

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Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.

Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.

Estoy arruinado de mis huesos, todo es pesadumbre.

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No es que muera de amor

Este poema de Jaime Sabines utiliza la frase popular que muchos enamorados emplean en sus dialectos, muero de amor, pero aquí el escritos cuestiona esta frase y la explica según su percepción.

No es que muera de amor, muero de ti.

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Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

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Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.

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Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.

En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.

Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

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Te quiero porque tienes…

Si alguna vez te has preguntado ¿por qué siente esa atracción tan fuerte hacia esa mujer? y te gustaría expresárselo pero no sabes como.

Este poema de Jaime sabines es ideal para hacerlo, describe con palabras dulces y románticas el porque de sus te quiero.

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Te quiero porque tienes
las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.

No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.

Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas

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Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti,
se quedan viendo.

Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.

Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.

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Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.

Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura.
No me dejes en medio de tu sangre en esa toalla.

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He aquí que tú estás sola…

Un poema romántico es lo que tenemos a continuación, este refleja nostalgia ante la perdida de un amor o bien un amor no correspondido.

He aquí tu estás sola y que estoy solo.

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Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.

A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.

Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.

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Esto es lejía y muerte.

El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.

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Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.

Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.

En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.

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Te digo que estoy solo y que me faltas.

Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.

Eso lo sé, amor, esto sabemos.

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Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

No es nada de tu cuerpo

Jaime Sabines siempre supo como utilizar las palabras correctamente para generar interés en el lector y cautivar su mente con la magia de los versos líricos.

Este poema del escritor mexicano busca con sus dulces expresiones cumplir con ese hecho.

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No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.

No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.

Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.

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No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.

Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.

No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.

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Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Codiciada, prohibida

Las mujeres desde tiempo inmemorables han sido consideradas el más grande motivo des inspiración luego de los elementos religiosos.

Muchos poemas escritos de la manos de los mejores describen la belleza de la féminas, Jaime Sabines logró plasmar esta misma belleza pero enfocado en un escenario oscuro.

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Codiciada, prohibida,
cercana estás, a un paso, hechicera.
Te ofreces con los ojos al que pasa,
al que te mira, madura, derramante,
al que pide tu cuerpo como una tumba.

Joven maligna, virgen,
encendida, cerrada,
te estoy viendo y amando,
tu sangre alborotada,
tu cabeza girando y ascendiendo,
tu cuerpo horizontal sobre las uvas y el humo.

Eres perfecta, deseada.
Te amo a ti y a tu madre cuando estáis juntas.

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Ella es hermosa todavía y tiene
lo que tú no sabes.

No sé a quién prefiero
cuando te arregla el vestido
y te suelta para que busques el amor.

Amor mío, mi amor

El erotismo se apodera de la pluma de Jaime Sabines y compone un poema dedicado a la pasión y el amor en su máxima expresión.

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Amor mío, mi amor, amor hallado
de pronto en la ostra de la muerte.

Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo
los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.

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Te quiero, amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,
desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo
donde se duerme en agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,
río de noche, platanar oscuro,
colmena ciega, amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado.

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Me dueles

La angustia de no tener un amor correspondido es lo que se describe en este bello poema del escritor mexicano.

Que además de mostrar escenarios románticos y tristes al mismo tiempo cautiva con el uso de sus palabras.

Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.

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En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre las hojas de agua!

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Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.

Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.

Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.

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Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

Me tienes en tus manos

El amor hace que las personas cometan locuras, de ahí el dicho que dice que el amor es ciego.

En este poema romántico Jaime Sabines quiso plasmar esta idea pero demostrado que cuando un hombre ama, la dueña de todo sus ser es esa persona amada.

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Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.

Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.

Me aprendo en ti más que en mi mismo.

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Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.

Si no fueras mujer fueras mi amigo.

A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.

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Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.

¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?

¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!

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Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.

Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.

Poemas de Jaime Sabines cortos

El 25 de marzo de 1926 nace en Chiapas, este talentoso escritor que aportó grandes obras poéticas al mundo y que hoy es recordado por sus excepcional trabajo.

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Poemas de Jaime Sabines cortos

En su producción poética se puede confundir fácilmente temas profundos como el amor, la muerte y la soledad con sus propios sentimientos que en ocasiones impregnaban el texto y que se rebelan ante una sociedad en decadencia con un mensaje apasionado y realista.

En su trabajos cortos las realidades se reflejan crudamente y en un lenguaje sencillo que muestra el mismo tiempo su clara oposición a la vida cotidiana.

Tú tienes lo que busco

El ser humano en muchos casos, pasa su vida en busca de esa persona especial con la que pueda compartir sus días y noches, pero pocos saben identificar que cuales son esos aspectos que buscan entre la multitud.

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Jaime Sabines si supo reconocer las características tan físias como emocionales que buscaba, y las plasmo en uno de sus más populares poemas románticos.

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,
tú lo tienes.

El puño de mi corazón está golpeando, llamando.

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Te agradezco a los cuentos,
doy gracias a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.

Te agradezco al aire.

Eres esbelta como el trigo,
frágil como la línea de tu cuerpo.

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Nunca he amado a una mujer delgada
pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.

Por eso estoy a tu puerta, esperando.

Tu nombre

Alguna vez a tratado de decir algo a una persona, pero su mirada llega a cautivarte tanto que te impresiona y nunca logras decirle lo que sientes, algo parecido es lo que expone el escritor mexicano en este poema.

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Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.
Trato de escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras todo esto.

No quiero que nadie se entere,
que nadie me mire a las tres de la mañana
paseando de un lado a otro de la estancia,
loco, lleno de ti, enamorado.

Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.

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Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.

Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.

Me gustó que lloraras

La pasión y la lujurias se desbordan en este texto de la autoría de Jaime Sabines, un poema que rebela datos primados e íntimos.

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¡Qué blandos ojos
sobre tu falda!

No sé. Pero tenías
de todas partes, largas
mujeres, negras aguas.

Quise decirte: hermana.
Para incestar contigo
rosas y lágrimas.

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Duele bastante, es cierto,
todo lo que se alcanza.

Es cierto, duele
no tener nada.

¡Qué linda estás, tristeza:
cuando así callas!

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¡Sácale con un beso
todas las lágrimas!

¡Qué el tiempo, ah,
te hiciera estatua!

Te desnudas igual

Nuevamente la lujuria vuelve a aparecer en uno de los escritos más populares del francotirador de la literatura un poema realmente cautivador e interesante.

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Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.

¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!

Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.

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Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.

¡Y como nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!

(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento un escalofrío.)

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¡Qué risueño contacto!

Las tentaciones de la carne apasionada son temas poco tratados en los poemas de la época, lo escritores abordaban la pasión desde un punto de vista más conservador.

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Pero Jaime Sabines quiso romper con este esquema y trajo a la vida este bello poema.

¡Qué risueño contacto el de tus ojos,
ligeros como palomas asustadas a la orilla
del agua!
!Qué rápido contacto el de tus ojos
con mi mirada!

¿Quién eres tú? !Qué importa!
A pesar de ti misma,
hay en tus ojos una breve palabra
enigmática.

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No quiero saberla. Me gustas
mirándome de lado, escondida, asustada.
Así puedo pensar que huyes de algo,
de mí o de ti, de nada,
de esas tentaciones que dicen que persiguen
a la mujer casada.

No hay más, sólo mujer

La figura femenina vuelve a ser motivo de inspiración en un poema de Jaime Sabines y en el describe como las mujeres llenan todos los aspectos de la vida y convierten los acontecimientos en bellos y cautivadores.

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No hay más. Sólo mujer para alegrarnos,
sólo ojos de mujer para reconfortarnos,
sólo cuerpos desnudos,
territorios en que no se cansa el hombre.

Si no es posible dedicarse a Dios
en la época del crecimiento,
¿qué darle al corazón afligido
sino el círculo de muerte necesaria
que es la mujer?

Estamos en el sexo, belleza pura,
corazón solo y limpio.

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Siendo víctima de cáncer, Jaime Sabines fallece el 19 de marzo de 1999 en el Distrito Federal de sus país natal y cuando tenía 72 años de edad.

Con la desaparición física del escritor la literatura perdió un talento excepcional e irreemplazable, pero dejó un legado de inspiración para generaciones de escritores.

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Déjanos un comentario y cuéntanos que te ha parecido el artículo inspirado en la pluma  de Jaime Sabines.

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