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+12 Poemas de Eugenio Montejo ¡Poeta venezolano!

Poemas de Eugenio Montejo
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¿Qué fue lo que llevó a este escritor a conseguir fama en la literatura? Nacido en Caracas, Venezuela en el año 1938, Eugenio Montejo se consolidó como un destacado poeta y ensayista, quien ayudó a fundar la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo de dicho país.

Así como la revista Azar Rey, sin dejar de lado su colaboración en diversos trabajos de revistas tanto nacionales como internacionales.

Además de servir como investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos en la capital de la nación suramericana, este destacado escritor trabajó como diplomático en la embajada de Venezuela en Portugal en diversas ocasiones, un trabajo que no muchos pueden contar como uno de sus grandes logros.

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Montejo a su vez fue galardonado en el año 1998 con el Premio Nacional de Literatura de Venezolana y en el año 2004 se llevó consigo el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo.

Su obra es tan célebre que uno de sus poemas aparece en la película del director Alejandro González Inárritu, 21 gramos.

Eugenio Montejo, no solo destacó en la escritura también fue profesor universitario, gerente literario de la editorial Monte Ávila de Venezuela.

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El valor de su estimable obra poética y ensayística no ha parado de crecer en los últimos años, siendo una de las más importantes y originales de la última mitad del siglo XX.

En 2009, al año de su muerte, la revista de creación Palimpsesto dedicó íntegramente su número 24, como sentido homenaje, a la vida y la obra de Eugenio Montejo.

Y hoy queremos también queremos rendir homenaje a este talentosos escritor, y para ello hemos recopilado una serie de poemas de Eugenio Montejo que seguramente disfrutarás.

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Poemas de Eugenio Montejo para recordar

Criado en la Venezuela que cambió la agricultura por el petróleo, literariamente Montejo pertenece a la generación del medio siglo, la primera que abrió su mirada al mundo tras la caída, en 1958, del dictador Marcos Pérez Jiménez, el mismo, por cierto, que encargó a Camilo José Cela que escribiera su novela La catira.

Sin duda un artista ejemplar, y si pensaban que al dejar el plano terrenal su obra perdería relevancia e importancia, pues están muy equivocados.

La obra de Eugenio Montejo continua viva y hoy conoceremos algunos de sus poemas.

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Poemas de Eugenio Montejo para recordar

Los ausentes

Venezuela es un país de la costa norte de América del Sur, con diversas atracciones naturales.

Pero no es solo un país, también es la nación que vio nacer a este talentoso escritor que hoy recordamos como este maravillosos poemas de su autoría. Disfruta del poema de Eugenio Montejo.

Viajan conmigo mis amigos muertos.
Adonde llego, van por todas partes,
apresurados me siguen, mi preceden,
gentiles, cómodos e incómodos,
en grupos, solos, conversando, paseando.

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A mi paso se mezclan sus huidizos colores
hasta envolverme en un lento crepúsculo…
Tantos y tantos, cada quien en su estatua,
y en torno siempre las máscaras del sueño.
Y mi estatua también a su lado, flotando.

Muertos de nunca habernos muerto,
de estar en algún tiempo, en algún parque,
juntos y apartes, conforme, inconformes,
mudos, charlando, con voces, sin voces,
es verdad ya ni vivos ni muertos:

algo intermedio que tampoco es estatua,
aunque tengamos ya de piedra los ojos
y unos y otros nos sigamos, corteses, polémicos,
contentos de estar en la tierra y de no estar en ella,
en eternas tertulias donde, se hable o no se hable,

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todo queda para después o para antes,
para cuando no sabíamos que después era entonces
ni que nuestra sombra de pronto levitaban
visibles e invisibles en el aire.

Un instante de nuevo me reúno con ellos,
conversando otra vez esta tarde, tan tarde,
en un Café de ruidos urbanos, suburbanos…

Es decir, bebiendo sin beber, un poco abstemios,
pues los muertos no beben, pero beben a veces,
juntos y alegres, aunque no tanto, sino alegres,
con un trago o ninguno, pero con un trago,
creyendo que el tiempo ya pasó y no ha pasado,
y por eso pasó sin pasar, es decir, nunca pasa.

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Cada quien con un whisky sin hielo o con hielo,
más cálido que frío, sin instante un instante,
con el recuerdo que nada recuerda esta tarde
y por eso se acuerda ahora de todo…

Bebiendo con ellos que fuman y charlan,
que parten y vuelven, dialogan, discuten,
hablando por hablar y a veces por no hablar,
hasta decirnos qué de Picasso hay en la ausencia,

cuánto cubismo en la manera de alejarnos,
el modo de mirarnos con ojos verticales
y saludarnos con la mano a la inversa,
la forma de beber un solo vaso roto

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que ya no tiene vidrio ni licor ni volumen,
el modo de no beber creyendo que se bebe
y seguir todos juntos ahora que estoy solo.

Alfabeto del mundo

El alfabeto o abecedario de una lengua o idioma es el conjunto ordenado de sus letras.

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Es también la agrupación, que se lee con un orden determinado, de las grafías utilizadas para representar el lenguaje que sirve de sistema de comunicación.

Sin embargo, el autor no se enfoca en el como el conjunto de ordenadas letras, simplemente, en este poema de Eugenio Montejo se hace referencia al lenguaje del mundo.

En vano me demoro deletreando
el alfabeto del mundo.

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Leo en las piedras un oscuro sollozo,
ecos ahogados en torres y edificios,
indago la tierra por el tacto
llena de ríos, paisajes y colores,
pero al copiarlos siempre me equivoco.

Necesito escribir ciñéndome a una raya
sobre el libro del horizonte.

Dibujar el milagro de esos días
que flotan envueltos en la luz
y se desprenden en cantos de pájaros.

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Cuando en la calle los hombres que deambulan
de su rencor a su fatiga, cavilando,
se me revelan más que nunca inocentes.

Cuando el tahúr, el pícaro, la adúltera,
los mártires del oro o del amor
son sólo signos que no he leído bien,
que aún no logro anotar en mi cuaderno.

Cuánto quisiera al menos un instante
que esta plana febril de poesía
grabe en su transparencia cada letra:

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la o del ladrón, la t del santo
el gótico diptongo del cuerpo y su deseo,
con la misma escritura del mar en las arenas
la misma cósmica piedad
que la vida despliega ante mis ojos.

Amo este sol

Los poetas y escritores se han basado en los elementos de la naturaleza para encontrar la inspiración que les permita componer maravillosas obras.

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Este poema de Eugenio Montejo no es la excepción de esto, pues el autor plasma entre letras las sensaciones que le trasmite el gran cuerpo celeste que da luz a nuestro hogar, el sol.

Amo este sol y esta tierra de palmas tensas
y abigarrados colores.

Voy arando en el buey de ojos amargos,
no concluyo en la materia de mi cuerpo,
nada me aparta de este paisaje.

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Subo en las alas del pájaro que vuela,
me oigo cantar en él más allá de la muerte
a través de un profundo silencio.

El pantano tan negro de estas horas
es mi pantano,
cualquier hombre que llora tiene mis lágrimas,
en cada crimen de esta ciudad dejo mis huellas,

soy el asesino y la víctima
y a veces algo entre los dos,
algo que tiembla en la hoja del cuchillo.
Casa por casa el viento me reparte,
me reconozco en el rumor de los caminos
y en las palabras que pueblan la calle.

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Vivo tan distante de mi sombra
como puedo,
a leguas de mí mismo.

El verdadero mármol de mi estatua anda disperso
y ni siquiera es mármol sino savia
que se derrama en el verdor de estos palmares.

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El país más verde

Este poema de Eugenio Montejo que tenemos a continuación viene con dedicatoria incluida, se trata de un  verso maravilloso de este autor dedicado a Antonio Rojas Bueno.

a Antonio Rojas Bueno
Era el país más verde de la tierra,
tal se veía por mis anteojos.
Un verde hecho rumor sobre los pastos
de fragantes celajes.

Mirándolo hacia junio,
cuando llovía desde el fondo de las hojas,
cada hombre era un árbol a lo lejos,
de pie ante la feracidad del horizonte.

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Pero más que color, el verde unánime
era un modo de ser, hablar, reconocernos.
Lo llevábamos tatuado en las pupilas
como un mapa de geografías inabarcables.

Podíamos verlo aun en la sequía
emergiendo del sueño o las palabras,
era el tono fraterno de nuestra soledad,

la saudade natal de los ausentes,
la vida que iba siempre delante del paisaje
con un boscoso silencio de caballos.

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Terredad

Hemos llegado a la parte finad de esta primera sección del articulo y es tiempo de conocer uno de los poemas de Eugenio Montejo más reconocidos y cautivadores de sus carrera.

Estar aquí por años en la tierra,
con las nubes que lleguen, con los pájaros,
suspensos de horas frágiles.

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A bordo, casi a la deriva,
más cerca de Saturno, más lejanos,
mientras el sol da vuelta y nos arrastra
y la sangre recorre su profundo universo
más sagrado que todos los astros.

Estar aquí en la tierra: no más lejos
que un árbol, no más inexplicables;
livianos con otoño, henchidos en verano,

con lo que somos o no somos, con la sombra,
la memoria, el deseo, hasta el fin
(si hay un fin) voz a voz,
casa por casa,

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sea quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan,
partiendo juntos cada vez el pan
en dos, en tres, en cuatro,

sin olvidar las sobras de la hormiga
que siempre viaja de remotas estrellas
para estar a la hora en nuestra cena
aunque las migas sean amargas.

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Poemas de Eugenio Montejo cortos

El estilo poético y los heterónimos del escritor venezolano Eugenio Montejo han cautivado a varias generaciones.

Eugenio Montejo vivió pegado al mundo. En su obra las palabras adquieren la misma materialidad que los glóbulos de la sangre. Una forma terrenal de celebrar la vida.

Publicó poesía infantil con el seudónimo de Eduardo Polo, su poesía para niños se caracteriza por la ruptura con las convenciones literarias, como por ejemplo la rima, que respeta y destruye al mismo tiempo.

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+12 Poemas de Eugenio Montejo poeta venezolano
Poemas de Eugenio Montejo cortos

Alguna vez Montejo dijo que la poesía es un arte que le permitía tanto al que la escribe como al que la lee autoconocerse, luchar contra el fantasma del ego.

En estos tiempos tan aciagos que vive Venezuela es pertinente retomar la lectura Montejo, uno de los grandes poetas de la literatura venezolana y latinoamericana contemporánea.

Los árboles

Es bien sabido que los elementos naturales han sido motivo de inspiración para muchos poetas y escritores a lo largo de la historia, y en el caso de Eugenio Montejo no es la excepción, como lo podemos observar en este poema de sus autoria.

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Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.

Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,

los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.

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Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.

Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,

comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.

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Adiós al siglo XX

Este es otro de los poemas de Eugenio Montejo que viene con dedicatoria incluida, pero esta vez esta inspirado en la figura del reconocido novelista y poeta colombiano, quien vivió en México desde su juventud y hasta su muerte.

Considerado uno de los escritores hispanoamericanos contemporáneos más importantes.

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a Alvaro Mutis

Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros
tatuados de rumor infinito.

La línea de Mondrian frente a mis ojos
va cortando la noche en sombras rectas
ahora que ya no cabe más soledad
en las paredes de vidrio.

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Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio
y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías…

Mi siglo con sus guerras, sus posguerras
y su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.

Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios
por un trago, por un poco de jazz,
contemplando los dioses que duermen disueltos

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en el serrín de los bares,
mientras descifro sus nombres al paso
y sigo mi camino.

Dura menos un hombre que una vela…

Este poema de Eugenio Montejo hace referencia a la fragilidad del hombre ante un mundo cargado de feroces fuerzas como la naturaleza misma que reclama su lugar.

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Dura menos un hombre que una vela
pero la tierra prefiere su lumbre
para seguir el paso de los astros.

Dura menos que un árbol,
que una piedra,
se anochece ante el viento más leve,
con un soplo se apaga.

Dura menos un pájaro,
que un pez fuera del agua,
casi no tiene tiempo de nacer,
da unas vueltas al sol y se borra

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entre las sombras de las horas
hasta que sus huesos en el polvo
se mezclan con el viento,
y sin embargo, cuando parte
siempre deja la tierra más clara.

Amantes

El amor, ese sentimiento puro que a muchos lleva a cometer locura, ese mismo elemento que a logrado inspirar a millones de artistas, escritores y poetas a lo largo de la historia, es el mismo que Eugenio Montejo describe en su poesía.

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Se amaban. No estaban solos en la tierra;
tenían la noche, sus vísperas azules,
sus celajes.

Vivían uno en el otro, se palpaban
como dos pétalos no abiertos en el fondo
de alguna flor del aire.

Se amaban. No estaban solos a la orilla
de su primera noche.
Y era la tierra la que se amaba en ellos,
el oro nocturno de sus vueltas,
la galaxia.

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Ya no tendrían dos muertes. No iban a separarse.
Desnudos, asombrados, sus cuerpos se tendían
como hileras de luces en un largo aeropuerto
donde algo iba a llegar desde muy lejos,
no demasiado tarde.

Escritura

Los poetas se enamorar de sus oficio, se tu talento y sobre todo de sus obras, por lo que es normal encontrar uno que otro poema inspirado en el mismo, la poesía.

Como es el caso de este poema de Eugenio Montejo que esta inspirado en el arte de escribir.

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Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

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Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.

Canción

La poesía y la música esta interconectadas, y es que ambas poseen características similares que las hacen estar en el mismo ámbito, y que mejor manera de demostrar este hecho que con un poema de Eugenio Montejo.

Cada cuerpo con su deseo
y el mar al frente.
Cada lecho con su naufragio
y los barcos al horizonte.

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Estoy cantando la vieja canción
que no tiene palabras.
Cada cuerpo junto a otro cuerpo,
cada espejo temblando en la sombra
y las nubes errantes.

Estoy tocando la antigua guitarra
con que los amantes se duermen.
Cada ventana en sus helechos,
cada cuerpo desnudo en su noche
y el mar al fondo, inalcanzable.

La poesía

La poesía es un género literario que se caracteriza por ser la más depurada manifestación, por medio de la palabra, de los sentimientos, emociones y reflexiones que puede expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la vida o la muerte.

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Aunque parezca redundante, muchos escritores han logrado plasmar lo que significa la poesía para ellos a través de la prosa y la lírica, ahora conozcamos que piensa el autor con este poema de Eugenio Montejo.

La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.

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Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.

El poeta y ensayista venezolano Eugenio Montejo, premio internacional Octavio Paz de poesía y ensayo 2004, falleció en el 5 de junio del 2008, de causas naturales, dijo sin más detalles Monte Avila Editores, donde el autor fue director literario.

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