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+10 Poemas de José de Diego ¡Las mejores poesías!

Poemas de José de Diego
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¿Cuales son los mejores poemas de José de Diego? La política y escritura son los dos aspectos que marcaron la vida de José de Diego, un ensayista, periodista y abogado puertorriqueño que destacó en la poesía romántica.

La obra y los aportes de este destacado escritor son extensas, cuenta con poemarios y artículos de prensas nacionales e internacionales, además es considerado como el percusor del modernismo en Puerto Rico.

De su vida privada son pocos los aspectos que se conocen, pero su carrera como literato es del dominio público.

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En cuanto a la estética que este escritor utilizaba en sus obras, inicia con el romanticismo con incursiones en el modernismo y representó en gran medida el realismos.

Por el fabuloso estilo de sus obras hoy es recordado entre los grades, y en Escribirte queremos honran su talento presentando una recopilación con los 10 poemas de José de Diego más recordados.

Poemas de José de Diego, para recordar su talento

Los versos poéticos del escritos están basado en sus ideales de independencia de su país,  y su lucha a favor del idioma español como lengua obligatoria de Puerto Rico así como la cultura de sus nación.

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Conocido como el león americano y el caballero de la raza, José de Diego marcó un legado poético asombroso lleno de ideas cautivadoras

Arte poética

Un poema romántico escrito por la mano del poeta puertorriqueño que plasma con palabras sencillas la complejidad inmersa en la figura femenina y como esta impacta en los sentimientos.

Una leyenda, tu azarosa vida;
tu espíritu voluble, una dolora;
tu boca un madrigal es que atesora
la dulzura en sus frases escondida.

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Es de tu frente la risueña aurora
idilio tierno que al amor convida
y en tu faz palpitante y encendida
una égloga de flores puso Flora.

De una armonía celestial emblema,
tienen tus ojos la cantante llama
que alumbre y da la inspiración suprema.

¡Y todo en ti es poesía y todo ama!
¡Y no eres un magnifico poema
porque eres un magnifico epigrama!

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El ojo de agua

Este poema de José de Diego los elementos naturales abunda y todo con el objetivo de comparar la naturaleza de forma ambigua al mismo tiempo que es compuesto un verso antirreligioso.

Con los rumores de su eterno coro,
brota la fuente de la peña dura …
¡el «Ojo de Agua» que, en su cuenca oscura,
de un cíclope en prisión derrama el lloro!

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en tanto salta el surtidor sonoro
por la ancha verja, que el recinto mura,
tiembla en el fondo de la linfa pura
el pez de rosa con estrellas de oro.

En el misterio y en la sombra oriundo,
¿de qué hondo abismo o ignorada
orlilla surge a la luz el manantial profundo?

¡Raro prodigio! ¡Culta maravilla!
El pan de Dios lo tiene todo el mundo…
¡pero, el agua de Dios sólo Aguadilla!

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De mi vida

Un poema de José de Diego en el que el autor revela aspecto de su vida pero de una forma peculiar, en el texto son comparados de forma simbólica aspectos de la naturaleza.

Prendido lo vi cuando estaba el carpintero
el nido trabajando con su agudo puñal
y era un ronco y constante picotear de acero
en el tronco astillante de la palma real.

Mecientes de las auras el soplo matinal
o en tierra ya las fibras del profundo agujero,
se las iba llevando en ci pico un jilguero
que en la copa tejiera su pequeño nidal.

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Mi vida es como el árbol erguido y altanero;
devora sus entrañas un feroz carpintero,
alegra su ramaje un lírico jilguero.

Es el árbol del bien y es el árbol del mal;
el dolor sus reliquias ofrece al ideal
y resuena en la cumbre el cántico triunfal.

Amor rimado

Impresionantes líneas ideadas por el ingenio del escritor puertorriqueño, con el amor de protagonista.

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Deja una enseñanza reveladora sobre el uso de la poesía para la conquista pero en situaciones donde el querer no esta presente.

¿Cartitas a mi en verso? ¡Vade retro!
Es forzado el amor en verso escrito
y no estaría bien que el dios chiquito
del viejo Apolo pretendiera el cetro.

Si en buena prosa tu cariño impetro,
no en malos versos tu cariño admito:
no se mide el amor, que es infinito,
y tu lo adaptas sin piedad al metro.

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Coplas tu carta quiere, hermosa Lice,
y yo, en genial galantería extrema,
breves y monótonas te las hice.

Pero sábelo bien y ten por lema
que, en cuestiones de amor, mucho más dice
un «te quiero» mal puesto, que un poema.

Sombra

Este poema de José de Diego plasma los recuerdo de las vivencia de un relación amorosa en la que la traición hizo de las suyas y rompió con los sentimientos, pero aun permanece vivo el fantasma de la memorias.

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Sombra lejana de un frenesí,
antigua sombra que viene y va,
pensaba en ella, cuando la vi,
pálida y triste como ahora….

Cerca del lecho, fijos en mí
aquellos ojos marchitos ya,
era la misma que estaba aquí…
¿Cómo ha podido volver de allí?

pálida y triste, como la fe,
toda la noche rezó y lloró,
toda la noche la pasó en pie…

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¡Y con el alba se disipó
la pobre almita, que yo adoré,
de la muchacha que me engañó!

Poemas de José de Diego ¡Romance e historia!

A causa de sus poemas políticos que defendían sus ideales independentista y antireligiosos, vivió de forma agitada gran parte de su tiempo, fue encarcelado y liberado un año más tarde.

+10 Poemas de José de Diego más recordados

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No queda duda de que su poesía interesó a muchas personalidades de su época y ese mismo interés se mantiene hasta nuestros días.

Donde es recordado como uno de los grandes de la literatura y defensor de la lengua española.

Tu nombre

Lleno de romance se encuentra esta composición lírica de José de Diego, en el se plasma un elogio a una figura femenina que fue la musa del escritor en esta oportunidad.

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Además señala como esta mujer llamada carmen ha impactado la vida del autor.

Dulce es tu nombre en nuestro dulce idioma;
suena en las preces del fervor cristiano,
y es verso en el lenguaje soberano
con que aun nos habla en su sepulcro roma.

De un pie latino la cadencia toma
cuando vibra en el ritmo castellano
cual breve arrullo de cantar lejano
o eco de amor con alas de paloma.

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Dos silabas; un beso; algo muy triste
para el que te ha perdido; la elegía
del sueño muerto, que en la muerte existe.

Carmen el mundo te llamó algún día;
pero después de lo que a mi me hiciste…
¿Cómo te llamaremos, alma mía?.

Fuerza irresistibles

Como es típico del autor el romanticismo impregna este poema que con palabras dulce y apasionadas exaltando la vida de la musa e la tierra y al mismo tiempo señalando como ella opera en el ser.

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Cantando va la Musa de la Tierra,
cantando va la audaz locomotora,
que difunde, con voz atronadora,
todo el poder que el Universo encierra,

si oscura masa el horizonte cierra,
sus entrañas graníticas perfora
y surge coronada y triunfadora
del corazón de la temblante sierra.

La idea es el vapor: vapor divino,
que invisible y potente, como el viento,
marcha seguro a su inmortal destino.

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¿Quién osa detener su movimiento?
Si se alza una montaña en su camino,
abre un túnel y pasa el pensamiento!

Amor niño

Este poema de José de Diego es realmente cautivados, el uso de los símbolos y comparaciones hacen del verso uno de los mejores del escritor puertorriqueño.

En el se habla sobre el amor pero visto desde lo más inocente y puro.

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Hay muchos que se figuran
que el amor no más existe
para los hombres de veinte
y las mujeres de quince;

pero tendrán por sabido,
los que su infancia analicen,
que hay Abelardos de doce
y Eloísas de ocho abriles.

De carrillos amasados
con guayaba y alfeñique
en cuerpos de pomarrosa,
manos y pies de jazmines,

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eran Pepe y Carmencita
los dos niños más gentiles
que en un mismo hogar crecieron,
él, arcángel y ella, virgen…

¡Qué comunismo tan dulce
de travesuras y ardides,
de cantos y de juguetes,
de besos y de confites!

Asordan la casa a gritos
y, corriendo hasta rendirse,
como tienen para verse
corazón y ojos de lince,

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se pasan el santo día,
por alcobas y jardines,
más jugando al encontrarse
que jugando al escondite.

Amor ejerce en los niños
atracción irresistible
y, aunque en ellos no se nutre
de aficiones baladíes,

sino de sueños y flores
que en el alma echan raíces,
amor es, al fin, que en ellos,
como en los hombres, reviste
sus eternos caracteres
de avaro y de susceptible…

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Así es que al niño, ante el beso
que en las mejillas imprimen
de la niña, los amigos
de la casa, al despedirse,

se le llenaban los ojos,
fieros tanto como tristes,
de lágrimas trasparentes
y de miradas de tigre!

Mas del beso aquel borradas
las impresiones hostiles
con las dulzuras de otro
que él de su Carmen recibe,

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después de pasar el día
en cariñoso palique,
aun se les oye en el lecho…
durante el sueño sonríen…
a la mañana, despiertan
él, arcángel, y ella, virgen!

¿Quién habrá que, registrando
sus memorias infantiles,
de una Carmen, como aquella,
no halle la inocente efigie?…

Hay muchos que se figuran
que el amor tan solo existe
para aquellos que, al principio
de este romancejo, dije.

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Yo, que no alcanzo a los veinte
y que a más de veinte quise,
sé, atendiendo a mi experiencia,
que el amor, niño sublime,

solamente en almas niñas
en paz con el diablo vive,
manteniéndose de sueños,
como el canario de alpiste
y el zumbador de mi tierra
de claveles y alelíes.

Bien hiciera el Poderoso
creador de cuanto existe
(sin que esto sea ponerle
los puntos sobre las íes)

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de mundos en miniatura
echando en las superficies
humanidades de niños,
repúblicas juveniles,

en donde, por fuerza, todos
habrían de ser felices,
¡casándose a los diez años
y muriéndose a los quince!

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Rayos de luna

Las composiciones de José de Diego siempre dejan volar la imaginación y permiten cultivar el ingenio, y este poema de su autoría no esta lejos de esa realidad.

Con el estilo literario característico de sus obras es capaz de cautivas a las grandes mentes y los amantes de la poesía moderna.

Aquí, en el mar insomne, cual mi anhelo,
busco la paz, el sueño busco en vano…
su fulgor lanza lívido y lejano
a luna muerta… ¡oh soledad del cielo!

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Tiembla en la onda, que ilumina, el rielo,
el rielo palpitante, tan humano
que imita la escritura de una mano
el temblor de un adiós en un pañuelo…

No puede ser casualidad… no puede…
yo estoy leyendo sobre el Mar Caribe
lo que en mi propio corazón sucede…

Y es que aquel nombre que jamás exhibe,
el dulce nombre, que a mentar no cede,
mi alma de luna sobre el agua escribe…

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Aguadilla

Este poema de José de Diego no más que un texto de elogio para la que fue su cuna, la ciudad natal del escritor, en el son exaltados los hermosos paisajes que rodean la entidad puertorriqueña.

Desde la bahía.

De las selvas y las ondas
se alza el pueblo en el regazo,
junto a las arenas blondas,
bajo las oscuras frondas,
como en un perpetuo abrazo
de las selvas y las ondas.

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Coronadas de banderas,
erigen sus verdes lanzas
las altísimas palmeras,
y guarecen las riberas
con sus torres de esperanzas
coronadas de banderas.

Volando sobre las olas,
de un extremo al otro extremo
pasan las esbeltas yolas,
que, en el peligro supremo,
tienden las alas del remo,
volando sobre las olas.

Al pie de la cruz divina,
sobre el campanario enjuto,
algo muy leve se inclina…
¡y es la parda golondrina,
como una virgen de luto,
al pie de la cruz divina!

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En las llamas de la tarde
envuelto el flanco terrizo
del Cuartel, relumbra y arde,
bajo el pabellón rojizo,
que es también un áureo rizo
en las llamas de la tarde.

Como una blanca misiva,
la mansión de tumbas llena
se abre al cielo pensativa…
¡y se extiende playa arriba,
grabada sobre la arena,
como una blanca misiva!

Parecen las sepulturas,
eternamente arrulladas
del mar por las ondas puras,
violetas de las llanuras,
gaviotas acurrucadas
parecen las sepulturas…

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En las nubes de Occidente,
misteriosos espejismos
flotan sobre el sol muriente…
¡y se funden los abismos
y hay terribles cataclismos
en las nubes de Occidente!

El pelícano resbala
en lo alto de su elemento,
su grito de órgano exhala
y, apenas moviendo el ala,
como una cruz en el viento
el pelicano resbala.

A los lívidos luceros
abre el mar sus lobregueces,
en brillantes reverberos…
¡y, engañados y ligeros,
intentan picar los peces
a los lívidos luceros!

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Ya se encienden los altares
de las casitas del monte;
ya se agrandan los palmares,
ya se ennegrecen los mares,
ya se apaga el horizonte…
¡ya se encienden los altares!

Como una ciudad del cielo,
Aguadilla se estremece
de las sombras en el velo
¡y, desprendida del suelo,
baja y sube y resplandece,
como una ciudad del cielo!

En 1917 a José de Diego le fue amputada la pierna izquierda a causa de una gangrena, y un año más tarde por la misma causa fallece exactamente el 16 de julio, en la ciudad de Nueva York.

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Dejando un repertorio de poemas inspiradores y motivadores que han influido en generaciones de escritores.

Déjanos un comentario y cuéntanos que te ha parecido la recopilación de los mejores poemas de José de Diego dignos de admiración.

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