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+10 Poemas de Fray Luis de León ¡Clásicos latinos!

Poemas de Fray Luis de León
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¿Cuál es la obra más importante en prosa de fray Luis de León? Fray Luis de León fue un teólogo, poeta, astrónomo, humanista y religioso agustino español de la escuela salmantina.

Pero si éxito no se debe solo a eso, también fue un gran humanista de espíritu cristiano y muy buen conocedor de los clásicos latinos.

Fue uno de los poetas más importantes de la segunda fase del Renacimiento español y su obra forma parte de la literatura ascética de la segunda mitad del siglo XVI.

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Además está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar lo prometido por Dios, identificado con la paz y el conocimiento. Los temas morales y ascéticos dominan toda su obra.

Destacó ante todo como prosista en castellano, con conciencia estilística, que se manifiesta en los efectos rítmicos que introdujo en su prosa, y con empeño en conseguir un lenguaje cuidado y natural lo convierten en un escritor fundamental para la consolidación de la prosa castellana.

La poesía de Fray Luis de León demuestra un gran dominio del ritmo y del tono y cuenta con innovaciones métricas influidas en su estilo por Boscán y Garcilaso, siendo la lira como forma estrófica, la corriente en donde debutó.

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Poemas de Fray Luis de León transcendentales

Aunque el estilo de Fray Luis de León es en apariencia sobrio y austero, reflejaba la sofrosine o equilibrio griego, por lo que la crítica actual ha hecho notar que su lenguaje y técnica traslucen el carácter vehemente y apasionado del autor.

Por lo que podemos decir con todo el permiso de que su estilo sólo es sencillo y austero en cuanto a las imágenes, el vocabulario y los adornos.

El escritor en sus obras utilizaba un repertorio simbólico tomado de la poesía clásica latina y hebrea, que sintetiza tres tradiciones culturales distintas la grecolatina clásica, la literatura bíblica, y finalmente la poesía tanto italianizante como castiza del primer Renacimiento español.

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Por la calidad de sus trabajos poéticos y sus aportes a la literatura hoy es recodado entre los grandes de España, y por la misma razón hoy dedicamos un espacio para enaltecer su poesía.

Poemas de Fray Luis de León transcendentales

Agora con la aurora se levanta

En escritores fieles a sus creencias religiosas es común encontrar que gran parte de sus composiciones estas dedicadas a elementos divinos.

Este es el caso de este primer poema de Fray Luis de León, en el se hacen comparaciones para describir la belleza.

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Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge en rico nudo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro y la garganta;

agora, vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta.

Así digo y del dulce error llevado
presente ante mis ojos la imagino
y lleno de humildad y amor la adoro;

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más luego vuelve en sí el engañado
ánimo y, conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro.

Al salir de la cárcel

La mayoría de los escritos de este autor llevan una reflexión sumergida entre sus líneas.

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Este poema de Fray Luis de León envía un mensaje de valores humanos y empatía hacia una sociedad dañada por la envidia y la mentira pero que puede ser rescatada con la gracia divina del Dios todopoderoso.

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.

Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso

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con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.

Preguntas de amor

Es totalmente atípico encontrar un poema de Fray Luis de León lleno de interrogantes e incógnitas, pero en este caso el escritor las utilizó para componer un verso.

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Que como dice su título son preguntas de amor, pero no el amor entre humanos sino el que proviene del Dios de las alturas.

Si pan es lo que vemos, ¿cómo dura,
sin que comiendo dél se nos acabe?
Si Dios, ¿cómo en el gusto a pan nos sabe?
¿Cómo de sólo pan tiene figura?

Si pan, ¿cómo le adora la criatura?
Si Dios, ¿cómo en tan chico espacio cabe?
Si pan, ¿cómo por ciencia no se sabe?
Si Dios, ¿cómo le come su hechura?

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Si pan, ¿cómo nos harta siendo poco?
Si Dios, ¿cómo puede ser partido?
Si pan, ¿cómo en el alma hace tanto?

Si Dios, ¿cómo le miro y le toco?
Si pan, ¿cómo del cielo ha descendido?
Si Dios, ¿cómo no muero yo de espanto?

Amor casi de un vuelo

Nuevamente el amor vuelve a llenar la mente del escritor de idear innovadoras y con ellas compone este hermosos poema de Fray Luis de León.

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Amor casi de un vuelo me ha encumbrado
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento

me turba, y entristece este cuidado,
que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que lo que en breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.

Mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y que en vos fío:
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío

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Otros poemas de Fray Luis de León

Su vida privada se mantuvo fuera de la luz pública, por lo que hoy en día conocemos pocos detalles de la vida del escritor, lo que si sabemos es que Fray Luis de León nació en Belmonte, Cuenca, en 1527.

Era hijo del abogado y consejero áulico Lope de León y de Inés Varela. Ya para 1561 recibe su título en teología.

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+10 Poemas de Fray Luis de León ¡Clásicos latinos!
Los mejores poemas de Fray Luis de León

Como poeta desarrolló la lira como estrofa, pero prefería el endecasílabo para las traducciones de poetas latinos y griegos, que por lo general realizaba en tercetos encadenados o en octava real.

Contra un juez avaro

El talento para la escritura de Fray Luis de León es inigualable y quedó plasmado en cada una de sus composiciones poéticas, son totalmente inspiradoras y logran cautivar hasta a las mentes más distraídas.

El poema de Fray Luis de León que se muestra a continuación es fiel ejemplo de ello.

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Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;

y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;

aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto

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no velará en tu lecho;
ni huirás la cuita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía

del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera

y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora

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del Tiempo hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.

Vuestra tirana exención

El amor, la belleza y los valores son elementos recurrentes en la poesía de Fray Luis de León, así como aspectos de sus creencias religiosas, este escritor supo como equilibra sus ideales con elementos atractivos para redactar su poesía.

Vuestra tirana exención,
y ese vuestro cuello erguido
estoy cierto que Cupido
pondrá en dura sujeción.

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Vivid esquiva y exenta,
que a mi cuenta
vos serviréis al amor,
cuando de vuestro dolor
ninguno quiere hacer cuenta.

Cuando la dorada cumbre
fuere de neve esparcida,
y las dos luces de vida
recogieren ya su lumbre;

cuando la arruga enojosa
en la hermosa
frente y cara se mostrare,
y el tiempo que vuela helare
esa fresca y linda rosa;

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cuando os viéredes perdida,
os perderéis por querer,
sentiréis que es padecer
querer y no ser querida.

Diréis con dolor, señora,
cada hora:
¡Quién tuviera, ay, sin ventura,
o ahora aquella hermosura
o antes el amor de ahora!

A mil gentes que agraviadas
tenéis con vuestra porfía,
dejaréis en aquel día
alegres y bien vengadas.

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Y por mil partes, volando,
publicando
el amor irá este cuento,
para aviso y escarmiento
de quien huye de su bando.

¡Ay, por Dios, señora bella,
mirad por vos, mientras dura
esa flor graciosa y pura,
que el no gozalla en perdella?

Y pues no menos discreta
y perfecta
sois que bella y desdeñosa,
mirad que ninguna cosa
hay que a amor no esté sujeta.

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El amor gobierna el cielo
con ley dulce eternamente,
¿y pensáis vos ser valiente
contar él acá en el suelo?

Da movimiento y viveza
a belleza
el amor, y es dulce vida;
y la suerte más válida,
sin él es triste pobreza.

¿Qué vale el beber en oro,
el vestir seda y brocado,
el techo rico labrado,
los montones del tesoro?

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¿Y qué vale, si a derecho
os da pecho
el mundo todo y adora,
si al fin dormís, señora,
en el solo y frío lecho?

Noche serena

Este poema de Fray Luis de León fue escrito con la intención de que llegara a unas manos talentosas de la época. Fue dedicado al famosos pintor español oriundo de Borroco Alejandro Loarte.

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A Don Loarte

Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado,

el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente;
despiden larga vena
los ojos hechos fuente;
Loarte y digo al fin con voz doliente:

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«Morada de grandeza,
templo de claridad y hermosura,
el alma, que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, escura?

¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que, de tu bien divino
olvidado, perdido
sigue la vana sombra, el bien fingido?

El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando;
y, con paso callado,
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va hurtando.

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¡Oh, despertad, mortales!
Mirad con atención en vuestro daño.
Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
¿podrán vivir de sombra y de engaño?

¡Ay, levantad los ojos
aquesta celestial eterna esfera!
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
vida, con cuanto teme y cuanto espera.

¿Es más que un breve punto
el bajo y torpe suelo, comparado
con ese gran trasunto,
do vive mejorado
lo que es, lo que será, lo que ha pasado?

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Quien mira el gran concierto
de aquestos resplandores eternales,
su movimiento cierto
sus pasos desiguales
y en proporción concorde tan iguales;

la luna cómo mueve
la plateada rueda, y va en pos della
la luz do el saber llueve,
y la graciosa estrella
de amor la sigue reluciente y bella;

y cómo otro camino
prosigue el sanguinoso Marte airado,
y el Júpiter benino,
de bienes mil cercado,
serena el cielo con su rayo amado;

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-rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los siglos de oro;
tras él la muchedumbre
del reluciente coro
su luz va repartiendo y su tesoro-:

¿Quién es el que esto mira
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira
y rompe lo que encierra
el alma y destos bienes la destierra?

Aquí vive el contento,
aquí reina la paz; aquí, asentado
en rico y alto asiento,
está el Amor sagrado,
de glorias y deleites rodeado.

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Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y resplandece
clarísima luz pura,
que jamás anochece;
eterna primavera aquí florece.

¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!»

Vida retirada

Este poema de Fray Luis de León es un texto reflexivo, en el escritor español trata temas de inspiración y renovación personal, habla sobre el encuentro consigo mismo y la paz que esto genera en el ser humano.

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¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

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¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?

¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

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Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

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Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.

El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruido,
que del oro y del cetro pone olvido.

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Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver al lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada.

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Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
en sed insaciable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

A nuestra señora

Como buen religiosos, Fray Luis de León dedico este bello poema a la madre de Jesucristo, virgen madre de Dios digna de admiración y respeto.

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No viéramos el rostro al padre Eterno
alegre, ni en el suelo al Hijo amado
quitar la tiranía del infierno,
ni el fiero Capitán encadenado;

viviéramos en llanto sempiterno,
durara la ponzoña del bocado,
serenísima Virgen, si no hallara
tal Madre Dios en vos donde encarnara.

Que aunque el amor del hombre ya había hecho
mover al padre Eterno a que enviase
el único engendrado de su pecho,
a que encarnando en vos le reparase,

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con vos se remedió nuestro derecho,
hiciste nuestro bien se acrecentase,
estuvo nuestra vida en que quisiste,
Madre digna de Dios, y ansí vencisteis.

No tuvo el Padre más, Virgen, que daros,
pues quiso que de vos Cristo naciese,
ni vos tuvisteis más que desearos,
siendo el deseo tal, que en vos cupiese;

habiendo de ser Madre, contentaros
pudierades con serlo de quien fuese
menos que Dios, aunque para tal Madre,
bien estuvo ser Dios el Hijo y Padre.

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Con la humildad que al cielo enriquecisteis
vuestro ser sobre el cielo levantasteis;
aquello que fue Dios sólo no fuiste,
y cuanto no fue Dios, atrás dejasteis;

alma santa del padre concebisteis,
y al Verbo en vuestro vientre le cifrasteis;
que lo que cielo y tierra no abrazaron,
vuestras santas entrañas encerraron.

Y aunque sois Madre, sois Virgen entera,
hija de Adán, de culpa preservada,
y en orden de nacer vos sois primera,
y antes que fuese el cielo sois criada.

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Piadosa sois, pues la seriente fiera
por vos vio su cabeza quebrantada;
a Dios de Dios bajáis del cielo al suelo,
del hombre al hombre alzáis del suelo al cielo.

Estáis agora, Virgen generosa,
con la perpetua Trinidad sentada,
do el Padre os llama Hija, el Hijo Esposa,
y el Espíritu Santo dulce Amada.

De allí con larga mano y poderosa
nos repartís la gracia, que os es dada;
allí gozáis, y aquí para mi pluma,
que en la esencia de Dios está la suma.

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Del mundo y su vanidad

Nuevamente nos encontramos con un poema de Fray Luis de León que habla de los problemas de la sociedad que se encuentra sumergida en pecado y recurren a vicios disfrazados de placer.

Los que tenéis en tanto
la vanidad del mundanal ruido,
cual áspide al encanto
del Mágico temido,
podréis tapar el contumaz oído.

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Porque mi ronca musa,
en lugar de cantar como solía,
tristes querellas usa,
y a sátira la guía
del mundo la maldad y tiranía.

Escuchen mi lamento
los que, cual yo, tuvieren justas quejas,
que bien podrá su acento
abrasar las orejas,
rugar la frente y enarcar las cejas.

Mas no podrá mi lengua
sus males referir, ni comprendemos,
ni sin quedar sin mengua
la mayor parte de ellos,
aunque se vuelven lenguas mis cabellos.

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Pluguiera a Dios que fuera
igual a la experiencia el desengaño,
que daros le pudiera,
porque, si no me engaño,

naciera gran provecho de mi daño.

No condeno del mundo
la máquina, pues es de Dios hechura;
en sus abismos fundo
la presente escritura,
cuya verdad el campo me asegura.

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Inciertas son sus leyes,
incierta su medida y su balanza,
sujetos son los reyes,
y el que menos alcanza,
a miserable y súbita mudanza.

No hay cosa en él perfecta;
en medio de la paz arde la guerra,
que al alma más quieta
en los abismos cierra,
y de su patria celestial destierra.

Es caduco, mudable,
y en sólo serlo más que peña firme;
en el bien variable,
porque verdad confirme
y con decillo su maldad afirme.

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Largas sus esperanzas
y, para conseguir, el tiempo breve;
penosas las mudanzas
del aire, sol y nieve,
que en nuestro daño el cielo airado mueve.

Con rigor enemigo
las cosas entre sí todas pelean,
mas el hombre consigo;
contra él todas se emplean,
y toda perdición suya desean.

La pobreza envidiosa,
la riqueza de todos envidiada;
mas ésta no reposa
para ser conservada,
ni puede aquélla tener gusto en nada.

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La soledad huida
es de los por quien fue más alabada,
la trápala seguida
y con sudor comprada
de aquellos por quien fue menospreciada.

Es el mayor amigo
espejo, día, lumbre en que nos vemos;
en presencia testigo
del bien que no tenemos,
y en ausencia del mal que no hacemos.

Pródigo en prometernos
y, en cumplir tus promesas, mundo, avaro,
tus cargos y gobiernos
nos enseñan bien claro
que es tu mayor placer, de balde, caro.

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Guay del que los procura,
pues hace la prisión, a do se queda
en servidumbre dura,
cual gusano de seda,
que en su delgada fábrica se enreda.

Porque el mejor es cargo,
y muy pesado de llevar agora,
y después más amargo,
pues perdéis a deshora
su breve gusto que sin fin se llora.

Tal es la desventura
de nuestra vida, y la miseria della,
que es próspera ventura
nunca jamás tenella
con justo sobresalto de perdella.

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¿De dó, señores, nace
que nadie de su estado está contento,
y más le satisface
al libre el casamiento,
y al que es casado el libre pensamiento?

«¡Oh, dichosos tratantes!»,
ya quebrantado del pegado hierro,
escapado denantes
por acertado yerro,
dice el soldado en áspero destierro,

«que pasáis vuestra vida
muy libre ya de trabajosa pena,
segura la comida
y mucho más la cena,
llena de risa y de pesar ajena».

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«¡Oh, dichoso soldado!»,
responde el mercader del espacioso
mar en alto llevado,
«que gozas de reposo
con presta muerte o con vencer glorioso».

El rústico villano
la vida con razón invidia y ama
del consulto tirano,
que desde la su cama
oye la voz del consultor que llama;

el cual, por la fianza
del campo a la ciudad por mal llevado,
llama, sin esperanza
del buey y corvo arado,
al ciudadano bienaventurado.

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Y no sólo sujetos
los hombres viven a miserias tales,
que por ser más perfetos
lo son todos sus males,
sino también los brutos animales.

Del arado quejoso,
el perezoso buey pide la silla,
y el caballo brioso
(mirad qué maravilla)
querría más arar que no sufrilla.

Y lo que más admira,
mundo cruel, de tu costumbre mala,
es ver cómo el que aspira
al bien, que le señala
su misma inclinación, luego resbala.

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Pues no tan presto llega
al término por él tan deseado,
cuando es de torpe y ciega
voluntad despreciado,
o de fortuna en tierno agraz cortado.

Bastáranos la prueba
que en otros tiempos ha la muerte hecho,
sin la funesta nueva,
de don Juan, cuyo pecho
alevemente della fue deshecho.

Con lágrimas de fuego,
hasta quedar en ellas abrasado
o, por lo menos, ciego,
de mí serás llorado,
por no ver tanto bien tan malogrado.

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La rigurosa muerte,
del bien de los cristianos invidiosa,
rompió de un golpe fuerte
la esperanza dichosa,
y del infiel la pena temerosa.

Mas porque de cumplida
gloria no goce —de morir tal hombre—
la gente descreída,
tu muerte les asombre
con sólo la memoria de tu nombre.

Sientan lo que sentimos;
su gloria vaya con pesar mezclada;
recuérdense que vimos
la mar acrecentada
con su sangre vertida y no vengada.

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La grave desventura
del Lusitano, por su mal valiente,
la soberbia bravura
de su bisoña gente,
desbaratada miserablemente,

siempre debe llorarse,
si, como manda la razón, se llora;
mas no podrá jactarse
la parte vencedora,
pues reyes dio por rey la gente mora.

Ansí que nuestra pena
no les pudo causar perpetua gloria,
pues, siendo toda llena
de sangrieta memoria,
no se pudo llamar buena vitoria.

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Callo las otras muertes
de tantos reyes en tan pocos días,
cuyas fúnebres suertes
fueron anatomías,
que liquidar podrán las peñas frías.

Sin duda cosas tales,
que en nuestro daño todas se conjuran,
de venideros males
muestras nos aseguran
y al fin universal nos apresuran.

¡Oh, ciego desatino!,
que llevas nuestras almas encantadas
por áspero camino,
por partes desusadas,
al reino del olvido condenadas.

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Sacude con presteza
del leve corazón el grave sueño
y la tibia pereza,
que con razón desdeño,
y al ejercicio aspira que te enseño.

Soy hombre piadoso
de tu misma salud, que va perdida;
sácala del penoso
trance do está metida:
evitarás la natural caída,
a la cual nos inclina

la justa pena del primer bocado;
mas en la rica mina
del inmortal costado,
muerto de amor, serás vivificado.

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A este importante escritor se le apago la llama de la inspiración el 23 de agosto de 1591 con su lamentable perdida física, pero dejó varios aportes a la literatura que hoy le otorgan la fama que posee.

En Escribirte valoramos tu opinión, no te vayas sin dejarnos un comentario.

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